25 octubre 2009

Yo, moroso

Si algo tiene la crisis es morosos. Bien lo sabemos los que mantenemos cierta vida sin un sueldo que lo respalde. Mal que bien vamos apagando fuegos aquí y allá aunque al final termina habiendo un pequeño incendio al que damos por imposible o simplemente olvidamos.
A mí, como a mucha gente, se me ha olvidado alguna vez pagar una factura atrasada. No pasa nada (se paga y ya está) y nadie va a la cárcel por ello, ¿verdad que no? ¿Verdad?
Para un grupo grande -enorme- de empresas, ser moroso es prácticamente ser un proto-delincuente a quien es mejor apartar como un apestado. Y para asegurarse (y pasarse información unos a otros) tienen los famosos "ficheros de morosos", que, como no podía ser de otro modo en un país de inútiles e ineficientes, hay unos cuántos. Cada fichero lo lleva una empresa distinta, con sus procedimientos distintos.
Yo estoy en dos.

Diréis "wa-la, tío, ¿a quién has estafado para que te metieran ahí?", o pensaréis que lo que debo es tanto que para pagarlo debería empeñar los dos riñones. Pues, como mucho, y de confirmarse mis sospechas, debo 42 euros. [Edito: no debo 42, una empresa de ordenadores dice que les debo esa cantidad, el matiz es importante]
No hay nada como saber que estás metido en algo para, de repente, darte cuenta de su existencia y tratar de averiguar cuanto más, mejor. Así, descubrí que basta con que debas un euro (figuradamente, vale hasta un céntimo) y que sólo haya ocurrido una vez para que estés en estas listas. Además, basta con que el banco de turno avise a las empresas propietarias de las listas para estar en ellas, sin que en ningún momento tengas opción alguna a poner objeciones o simplemente dar tu punto de vista. ¿Presuntamente culpable? No, en este caso eres culpable y ya se verá luego si lo eres realmente o no.
También pude saber, para desgracia de Telefónica -que ha perdido un cliente- que no puedes ni cambiarte de prepago a contrato, no digamos ya pedir un crédito o financiarte una tele de plasma o un par de zapatos. Tus movimientos se ven amplísimamente reducidos en este sentido, imponiéndote "fianzas" altas (Movistar pretendía que les diera 300 euros por su logo bonito) con las que sortear el "veto" que vete tú a saber si no son más que sobornos puros y duros para que echen la vista gorda.
Okey, esta es la parte mala y amargada del artículo. Ahora viene la guerrera.

A esta gente -a los que llevan este tipo de listas- se la puede "combatir". Tras unas cuantas cagadas dignas de una película de Uwe Boll [1][2][3][4], se difunden por internet muchas recetas y hasta se han creado empresas que, por un módico precio, se encargan de sacarte de las listas -por cierto, eso mismo te lo hace la Agencia de Protección de Datos, y gratis total- porque, según las últimas noticias, en esas listas hay 2.700.000 personas. Entre todos los derechos que tenemos como 'personas humanas', existen algunos de lo más curiosos, como el derecho de oposición. Este derecho implica que, dado que los datos que manejan estas listas son personales (en jerga jurídica, "personalísimos", así que imaginaos el tipo de datos) y que podemos decidir quiénes pueden y quiénes no manejarlos, podemos exigirles que en ningún caso podamos figurar en las listas. Claro, este derecho tiene truco: no es automático. Tienes que moverte tú. Pero una vez hecho, no vuelves a aparecer en esas listas, así debas un euro o un millón. El motivo es simple: aunque la ley permite la existencia de estas listas, al no estar controladas directamente por organismos del Estado no tienen carta blanca.
Ah, otro pequeño matiz. El mero hecho de aparecer en esas listas supone, para la Justicia, una "intromisión al derecho al honor", lo que significa que, si estás metido por error o bien por un motivo que no cumpla escrupulosamente la ley, puedes exigirles pasta por ello.
Yo me lo estoy pensando.

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