21 octubre 2007

El Santo

Según el Derecho Canónico, para otorgar a alguien el carácter de Santo debe antes haber realizado tres milagros. No es que sea precisamente un meapilas devoto, pero lo que he visto hoy casi me devuelve la fe. Un chico asturiano de mi edad que ya es leyenda casi alcanza la gloria del Santo Nombre. Le faltó un último milagro para conseguirlo y por eso se ha quedado a las puertas del Paraíso. No importa, el hecho es que seguirá siendo recordado como un héroe (o un anti-héroe, según de qué lado se mire) para unos cuantos miles de españolitos que, como yo, ya teníamos afición a cierto pseudo-deporte antes de que él irrumpiera en él. Me ventilé rápido "El Orfanato" (luego contaré mi opinión sobre la película) para ir a ver la carrera con mi chica, a la que acabaré por hacerla tan fan como yo.

Primer Milagro: Alonso adelanta a Hamilton
Se veía venir. El ambiente olía a sangre, el viento traía ecos de guerra. La tierra temblaba bajo el trepidante paso a trescientos por hora de dos supuestos aliados que se odian a muerte. El hispano entra por el exterior y le rebasa en una curva sucia. El britano intenta devolverle el golpe, pero su inexperiencia y su soberbia le juegan una mala pasada: se sale de la pista lo suficiente como para ver a través del visor de su casco cómo su oponente se aleja triunfalmente.

Segundo Milagro: Hamilton rompe el sistema hidráulico
Lo vi mientras nos bombardaban a anuncios de coches y repuestos. Un McLaren a veinte por hora siendo rebasado por todos los demás. Temí lo peor, hasta que presté más atención al color del casco del piloto: amarillo pollo, hortera hasta decir basta... ¡el guiri! ¡Ha roto el guiri! Ya daba yo palmas al verle en el puesto 18 a 43 segundos de la cabeza, pero al comprobar que la distancia entre el campeón y el paulista Massa era de 8 segundos, comprendí que no pintaba bien el asunto. Menos, cuando a Fernando empezó a fallarle el coche y no pudo seguirles la estela a los Ferrari, que ya se escapaban ambos a una sonrojante ventaja de casi un minuto.
Aún quedaba esperanza: Massa podía ganar la carrera. Raikkonen podía fallar. Nada de eso sucedió.

El tercer milagro no cumplido
Ver la cara de Ron Dennis desolado viendo cómo su ahijado, su niño bonito, el hijo-de-papá mimado de todo el Gran Circo, caía humillado y derrotado. Aún así, mi felicidad en este sentido es doble porque un personaje como él no puede merecerse un campeonato del mundo. Alonso no es tan buen tipo como para que mi manía por este endiosado y arrogante inglés pudiera compensar su victoria. Es falso, maleducado y merece que, de ser el máximo favorito a ganarlo todo haya acabado de puta real a la que le van a crecer los enanos... y esto podéis aplicarlo tanto a Dennis (del todo) como a Alonso (que también tiene lo suyo).

"El Orfanato" es una de esas películas que dan para comentar al salir del cine. Hermoso ha dejado su blog en El Mundo, y aunque yo no soy precisamente un experto en metrajes y carreras (me la suda Kurosawa e Ingmar Bergman mola, pero no es para tanto) he de reconocer que Gillermo del Toro sabe hacer buenas películas. Acojone máximo durante algunos momentos, hasta el punto de cerrar los ojos para no querer ver más. Aún así, el final es demasiado fácil y evidente. No diré nada, claro, pero cuando la veáis acordaos de mí. Avisados estáis.

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