27 enero 2007

Alcorcón Rap



Es el estilo 28850, primo hermano. Sharperos, nazis, raperos, hippies, heavys y mods (si los hay, que seguro que sí) todos juntos contra los Latins. Si Zénit levantara la cabeza...

En otras circunstancias podría decir que es bonito ver a gente de estilo e ideologías tan dispersas haciendo algo juntos. Que ese el espíritu que, en el fondo, necesitamos para ser conscientes de que, en realidad, no somos tan diferentes unos de otros. Que es un buen síntoma para superar el síndrome de las Dos Españas... pero seguimos igual. Nada ha cambiado, en realidad. Sigue habiendo Otra España, y ésta no es ni la roja, ni la azul, ni la periférica. Es la "extraña", la Nueva, la recién llegada que no sabe a qué atenerse.

No hay nada mejor para curar el racismo que convivir un mes con un negro. Sí, he dicho negro. Me tocó con 17 añitos, en una de esas edades difíciles en las que buscas un hueco en el mundo y tu máxima aspiración es hacerte respetar de la manera que sea. Hasta aquel momento sólo había visto gente de color en películas y, ocasionalmente, alguno por la calle. Todavía no habían llegado las épocas de pateras y cayucos cuando me encuentro con un negrazo de 2 metros que me dice "hola man, soy Adrián, tu compañero de cuarto". Me sonrió con franca simpatía y confieso que me cayó bien desde ese momento. Me contagió el gusto por el hip-hop y el soul y, qué queréis, me convirtió en su brother.

Una cosa no quita la otra. Cuando viajo a otros países procuro adaptarme a sus costumbres. No exijo comer a las 3 de la tarde ni cenar a las 10. No me cabreo cuando un garito cierra antes de las 3 de la mañana. No me pongo como un animal porque el tabaco cueste el doble. Ni me sulfura tener que hacerme entender en un idioma que no es el mío. Yo tomé la decisión de ser viajero y me apasiona hallarme en lugares tan lejanos de mi casa que no tengo que cambiarle la hora porque en mi casa es, exactamente, 12 horas más pronto o más tarde. Si alguien quiere venir a mi casa, bienvenido sea siempre. Pero deberá tener en cuenta que las cosas aquí no suceden igual que allí. No es cuestión de si te pones a aprender catalán, euskera o galego como único requisito para sentirte "integrado", creo que antes hay muchas más cosas por aprender: para empezar, el respeto mutuo. El hecho de ser inmigrante no te convierte en una peor persona, pero tampoco en una especial con sus propios privilegios.

Al final, como era de preveer, mucho ruido y pocas nueces..

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